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A la hidroponía, que tuvo su expansión a principios de los años 70 con el objeto de aumentar la productividad y cultivar en situaciones geográficas poco favorables, le queda mucho camino por recorrer. Recientemente, se han conseguido avances en los sistemas hidropónicos en la última frontera: el espacio.
En la Estación Espacial Internacional, el agua y la comida son recursos limitados que se ven afectados por el coste, el tiempo del transporte y el almacenamiento que ocupan. Los sistemas hidropónicos garantizan un ahorro en el consumo de agua y en el almacenamiento de vegetales frescos en el espacio. Asimismo, la posibilidad de rodearse y alimentarse de vegetales aumenta el bienestar físico y psicológico de los astronautas.
El pasado octubre, se consiguió hacer germinar en el sistema hidropónico de la Estación una variante japonesa de lechuga, que tras 28 días de cultivo estuvo lista para el estudio de su valor nutricional. Previamente y ese mismo mes, China había conseguido cultivar una planta de algodón en una minibiosfera hidropónica situada en la superficie de nuestro satélite: la Luna.
Cultivo de lechuga en la Estación Espacial Internacional (Imagen: NASA)
Estos triunfos en la hidroponía espacial no solo abren la puerta a la auto-sostenibilidad en el espacio o planetas yermos como Marte, sino también a nuevos avances en los sistemas hidropónicos terrestres. Con la investigación de la viabilidad de los cultivos en los ambientes más extremos, podremos también asegurar una hidroponía más eficiente y capaz en la Tierra.
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